El proyecto ‘Apadrina un cerezo, saborea las Hurdes’ tiene por objetivo acercar a todo el mundo el sabor de la fruta de Extremadura; el sabor de la fruta de verdad.
Esta iniciativa busca ofrecer la producción de nuestros árboles directamente al consumidor, sin pasar por ningún intermediario ni procesos de refrigerado. La filosofía es muy simple: tú apadrinas, nosotros nos encargamos de los cuidados del árbol y, si no puedes venir a recoger la fruta, te la embalamos con cariño y, en breve, la tendrás en casa, sin pasar por ninguna cámara frigorífica. Directamente, del campo a casa.
El proyecto ‘Apadrina un cerezo, saborea las Hurdes’ surge de la necesidad de compartir uno de los mayores beneficios que nos ha reportado a sus creadores mudarnos de la ciudad al campo, donde acceder a unos alimentos sabrosos y de calidad está al alcance de cualquiera.
Las frutas que han madurado en el árbol, y no en un congelador, tienen un sabor y unas propiedades que muchos no han conocido y que nuestros padres ya no recordaban.
Muchas veces, han sido nuestros clientes los que han preguntado con curiosidad dónde es posible conseguir estos alimentos. Les contaré una anécdota. Varios huéspedes se han sorprendido al ver la excitación de mis hijos cuando les doy una pieza de fruta en la merienda, en la terraza del hotel. Yo siempre pienso que no la querrían probar si, en lugar de la fruta que recogemos cada temporada de los árboles, se tratara de una insípida manzana salida de una bandeja de plástico guardada en la nevera.
Otro de los motivos por el que nos hemos animado a realizar este proyecto es por la demanda que hemos tenido en el hotel de un tipo de turista que busca una relación distinta con la naturaleza, que desea evolucionar desde el papel de mero observador a realizar actividades en relación con él.
El apadrinar un árbol ofrece la posibilidad de mantener una relación directa con los alimentos que proporciona la tierra, una forma de relacionarse con la naturaleza, participando en el cultivo y recolección. Saborear el fruto de la tierra es una gran recompensa.
Hemos decidido incluir algunas actividades para completar la oferta de ocio y aprovechar al máximo la cosecha que obtenemos, como la realización de mermeladas, frutas en almíbar u otros talleres de cocina.
Este tipo de experiencia es especialmente recomendable para familias, ya que los niños aprenden una relación distinta con el medio ambiente y la alimentación, con el aliciente de que se trata de actividades que se pueden realizar todos juntos. Por experiencia propia, puedo decir que nada le gusta más a mis hijos que disfrutar del campo con nosotros, correteando al aire libre, satisfaciendo su curiosidad por las cosas y, ni que decir tiene, “metiendo la mano en la cocina”…